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Nuevos niveles de concentración de bióxido de carbono en la atmósfera

En mayo de 2013 se rebasó la marca de las 400 partes por millón (ppm) de concentración de bióxido de carbono en la atmósfera, de acuerdo con un reporte emitido por el Observatorio de Mauna Loa, en Hawai.

Desde 1958 se ha medido de forma metódica y sistemática la presencia de bióxido de carbono en la atmósfera. Ya desde finales del siglo XIX, el físico y químico sueco Svante Arrhenius había advertido el incremento de este compuesto, resultado de la actividad industrial, y que ese aumento implicaría una subida de las temperaturas. Pero quien habría de convertirse en Premio Nobel de Química en 1903 consideraba que la humanidad se vería beneficiada por esa escalada.
Fue hasta la segunda mitad del siglo XX cuando, en el contexto del Año Geofísico Internacional, en 1957-1958, inició la medición del bióxido de carbono en la atmósfera, piedra angular de los estudios relacionados con el calentamiento global y el cambio climático subsecuente.

Una mirada al pasado

De acuerdo con el doctor Carlos Gay García, director del Programa de Investigación en Cambio Climático de la UNAM (PINCC),

“durante los últimos 600,000 años, el bióxido de carbono no había rebasado las 300 ppm. En ese lapso, en periodos interglaciares, la temperatura global promedio había estado alrededor de los 15 grados centígrados, pero ahora, con las concentraciones de gases de efecto invernadero, ya estamos arriba de 400 ppm, sospechamos que las temperaturas continuarán aumentando aunque no sabemos cuan abruptamente.  No sabemos qué pasará con las concentraciones de gases que hay ahora, si seguirán aumentando o la humanidad entrará en razón y tratará de reducirlas”.

De acuerdo con el también ex director del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA), “no hay temperaturas en ese récord tan largo asociadas con el registro de 400 ppm”. Y reconoce que estamos ante un escenario incierto.
Gay García refiere que lo que nos dice la ciencia es que la temperatura está asociada con las concentraciones de bióxido de carbono.

“A través de física muy básica sabemos que gases como metano, agua, óxido nitroso, y el propio bióxido de carbono,  están atrapando la radiación, que se manifiesta más como calor, y esa radiación nos la estamos quedando en la atmósfera”.

Y agrega que hace 125,000 años, en promedio, la temperatura en la Tierra era dos grados más elevada que en la actualidad.

“Asociado a esa temperatura superior en dos grados a la que tenemos ahora, el nivel del mar estaba entre dos y cuatro metros más alto que el límite de nuestros días”.

Mediciones modernas

Los fuertes grupos económicos que están en la base del cambio climático producido por la actividad humana, han recurrido a diferentes estrategias para evadir la responsabilidad que tienen en el problema.
A la negación se dio paso a la descalificación y a la desacreditación de los reportes emitidos por científicos como Roger Revelle, quien fue el pionero en la medición del bióxido de carbono en la atmósfera, precisamente en 1958. De hecho, este oceanógrafo, junto con Hans Suess, advirtió sobre el efecto de la acumulación del gas en la atmósfera, vinculándolo con el incremento de la temperatura, aunque también dieron cuenta que el que se depositaba en los océanos incidía en el aumento de la acidez de las aguas. Fue a través de un artículo publicado en la revista Tellus, que se dedicaba a difundir textos sobre meteorología y oceanografía, que divulgaron sus investigaciones, en la que argumentaban que la quema de combustibles fósiles estaba incrementando el bióxido de carbono atmosférico.
A partir de 1958, Revelle inició la medición de bióxido de carbono, desde el Monte Mauna Loa, en Hawai, punto que fue seleccionado por la distancia que guardaba de centros de industrialización. Al lado de Charles David Keeling, Revelle inició una sistemática cuantificación del compuesto. Ese conteo fue clave para vincular la presencia de bióxido de carbono con la fluctuación de la temperatura. Mientras más gas haya, mayor será la temperatura.
Las pruebas señalan que la cantidad extra de bióxido de carbono en la atmósfera se debe en gran medida a la actividad humana, particularmente a la quema de combustibles de origen fósil, aunque hay otros componentes.

Dos grados de temperatura

Como se enunció líneas arriba, el sector industrial ha sido particularmente hostil a estos informes, a pesar de la evidencia que apunta hacia su responsabilidad. Ello ha dado pie a intensas y, en muchas ocasiones, infructuosas negociaciones.
Si bien se han creado varios entes que han tratado de mediar entre el bloque formado por el sector productivo y algunos países, con el grupo integrado por científicos y ambientalistas que llaman a tomar medidas prontas y concretas, hasta ahora ha habido resultados más bien magros.

De acuerdo con el doctor Gay García,

“en las negociaciones internacionales se ha estado hablando de mantener el incremento de la temperatura en dos grados o menos. Esta experiencia nos dice que si mantenemos las actuales condiciones y cerramos la subida de la temperatura global en dos grados durante un periodo suficiente, acabaríamos elevando el nivel del mar en cuatro metros, que sería un escenario catastrófico. Es una aspiración muy poco sana para el planeta”,

remata el también integrante del CCA.

Y añade que en el contexto actual, “todas las planicies costeras del Golfo de México se verían inundadas. Tabasco estaría prácticamente bajo las aguas; unas porciones muy importantes de la península de Yucatán estarían igual. Eso en el contexto mexicano. En el resto del planeta, por poner un ejemplo, Bangladesh estaría inundado hasta la mitad de su territorio. En Yakarta también habría porciones inundadas. Además, habría islas del Océano Pacífico que no existirían. Esas son las condiciones climatológicas asociadas con una temperatura dos grados superior a la actual”, advierte, al tiempo que recuerda que una situación semejante se vivió hace 125,000 años, con un escenario similar al que se ha pintado aquí.

Y agrega que está lloviendo más en el contexto general:

“Una atmósfera más caliente es una atmósfera más húmeda, y por lo tanto puede contener más agua. Si hay más agua, absorbe calor en un lado y lo deposita en otro. Estamos viendo que se intensifica el ciclo hidrológico. Y el clima nos puede dar sorpresas. Esto es resultado de que sea un sistema complejo, que muestra muchas características como de caos, de inestabilidades, o saltos de equilibrio, entre un atractor y otro, no son predecibles, en el sentido de saber cuándo van a ocurrir. Lo que sabemos es que pueden ocurrir. Y lo que estamos haciendo es aumentar el riesgo al que nos estamos enfrentando”,

sostiene el investigador.

Estabilización deseada

En esta parte de la historia, el doctor Gay García trae a colación al científico estadounidense James Hansen, quizás uno de los investigadores del cambio climático más mediáticos. Para este especialista, un aumento de dos grados no le conviene al planeta, y que para estabilizarnos en dos grados ya tendríamos que estar reduciendo emisiones.
“Ni siquiera para la estabilización en dos grados estamos haciendo lo suficiente. Si aceptamos un calentamiento tendría que estar a un grado. Ahora el planeta está 0.8 grados centígrados por arriba de lo que hubo a principios del siglo XX”, apunta Gay García.
Con todo, el director del PINCC arguye que los escasos esfuerzos emprendidos por la hu- manidad han dado algunos resultados.

Por Yassir Zárate Méndez   yassirz@cic.unam.mx

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