2017Historia de la Ciencia

Al-Hazen, precursor del método científico

Ibn_al-HaythamHace mil años vio la luz uno de los primeros tratados científicos sobre óptica. Su autor, Abu Ali al-Hasan ibn al Hasan ibn al-Haytam es considerado como uno de los precursores del método científico.

A veces, la historia de la ciencia peca de occidentalista. Con relativa frecuencia, damos por hecho que la única ciencia válida o trascendente es la generada en Europa o en alguno de los países colonizados por una nación de aquel continente. Craso error, si tomamos en cuenta que durante varios lapsos, la ciencia fue un ente ajeno a las mentes occidentales, aunque su llama nunca se extinguió del todo. Lo que es cierto es que otras culturas, como la china o la musulmana, han tenido brillantes exponentes y hallazgos que ahora forman parte del conocimiento científico.

 

Un erudito de Basora

Abu Ali al-Hasan ibn al Hasan ibn al-Haytam, conocido en Occidente como Al-Hazen, nació en Basora, en el sur del actual Irak, en el año 965 de nuestra era. Hay pocos datos sobre su infancia y juventud, aunque muy probablemente las dedicó al estudio.

La región donde nació nuestro personaje había formado parte del imperio persa, que se vino abajo con la irrupción del islam en el siglo VII. Tras la primera oleada de invasiones y guerras que propagaron la fe musulmana, llegó un periodo de paz que sirvió para alentar las ciencias y las artes. En ese entonces, se decía que “la tinta de un sabio es más sagrada que la sangre de un mártir”.

Fue en ese periodo que nació y desarrollo su trabajo Al-Hazen, quien de Basora viajó a Bagdad, la capital intelectual del mundo islámico. Ahí, el legendario califa Harun al-Rashid, el mismo de Las mil y una noches, había fundado en el siglo IX la Casa de la Sabiduría, una suerte de centro de estudios donde numerosos sabios musulmanes compilaban y traducían al árabe el conocimiento generado hasta el momento.

Al-Hazen entró a la Casa de la Sabiduría, animado por un espíritu inquisitivo. Muy pronto se ganó una notable fama como erudito, gracias a la lectura y la reflexión de las obras de varios pensadores griegos, como Aristóteles y Ptolomeo. Y es que a medida que los musulmanes arrebataron territorios al imperio bizantino, fueron descubriendo y asimilando el conocimiento de la Antigüedad, particularmente el griego.

Como apunta Ana María Cetto en su magnífico libro La luz. En el laboratorio y la naturaleza, “Los mahometanos se habían impuesto la tarea de «examinar las obras de los griegos y mejorarlas donde fuera posible». A esto se dedicó Al-Hazen, y con éxito”.

 

Viaje a Egipto

La fama de Al-Hazen llegó a oídos del califa de El Cairo. En alguna oportunidad, el erudito había afirmado que sería capaz de controlar las crecidas del Nilo, que año con año inundaban las tierras ribereñas, con ocasionales catástrofes para los habitantes. Para lograr ese cometido, proponía construir una serie de diques y canales, que también permitirían contar con reservas de agua para el estiaje.

Al-Hazen fue invitado a El Cairo, donde había una Casa del Saber que rivalizaba con la de Bagdad. Durante su encuentro con el califa, el sabio persa se comprometió a constatar las condiciones en que se encontraba el cauce del río para iniciar las obras.

Sin embargo, una vez que pudo cerciorarse por sí mismo, se dio cuenta que la misión era literalmente imposible, al menos con la tecnología de la época. De hecho, lo que proponía se iba a lograr mil años más tarde, con la construcción de la imponente presa de Asuán.

Ahora el verdadero problema era tratar de explicarle al irascible califa la inviabilidad del proyecto. Para evitar un castigo ejemplar, Al-Hazen fingió que había perdido el juicio. El mandatario no acabó de tragarse el cuento, por lo que decidió confinarlo a arresto domiciliario, bajo una rigurosa vigilancia. Fue en esas condiciones que pudo trabajar de forma relativamente tranquila durante diez años, hasta la muerte del gobernante. Fue entonces que Al-Hazen pudo mirar la luz en más de un sentido.

 

La ciencia de la luz y la cámara oscura

Pensadores como Aristóteles consideraban que el ojo humano tenía la capacidad de emitir rayos que permitían visualizar los objetos. Durante su arresto, Al-Hazen reflexionó sobre este postulado, y concluyó que el filósofo griego estaba equivocado.

De acuerdo con Ana María Cetto, el sabio musulmán “logró establecer una distinción clara entre la luz como entidad física y el ojo como detector. Hizo importantes adelantos en la óptica de lentes y espejos, y fue el primero en analizar correctamente los principios de la cámara oscura”.

Al-Hazen concluyó que el fenómeno de la visión ocurre cuando la luz que emite el Sol o cualquier otro cuerpo luminoso, es reflejada desde los objetos hacia el ojo, lo que es correcto. De paso, describió la estructura del ojo. A él debemos algunos términos que han llegado hasta nuestros días.

“En buena medida los adelantos en la óptica árabe se debieron a sus aplicaciones a la medicina. De la obra de Al-Hazen, traducida al latín en el siglo XIII, hemos heredado algunas de las palabras usadas para identificar las partes del ojo: retina, córnea, humor acuoso, humor vítreo…”, detalla Ana María Cetto.

Aparejado con estos trabajos, el erudito se dio a la tarea de explicar los principios que rigen a la cámara oscura, un aparato del que también ya se tenían noticias en la Antigüedad.

Se cuenta que durante su confinamiento en El Cairo, observó que un pequeño orificio hecho en la pared, por donde era espiado por la gente del califa, permitía el paso de la luz; experimentando con ese chorro, observó que se proyectaban imágenes invertidas sobre la pared en la que rebotaba el haz luminoso. Una vez que recuperó su libertad, diseñó una pequeña cámara oscura, que estaba destinada a tener un futuro brillante a partir del Renacimiento, cuando fue utilizada por numerosos artistas, y que está en la base de las cámaras fotográficas y cinematográficas que se construyeron en el siglo XIX.

 

El método científico y el legado de Al-Hazen

Se sabe que Al-Hazen escribió más de un centenar de obras, de las que se conservan 55. Entre estas se encuentran sus trabajos sobre óptica, que a través de varias traducciones llegaron hasta las manos de eruditos de Occidente. Uno de sus lectores fue Roger Bacon, quien diseñó los primeros anteojos, en el siglo XIII. Hay quienes ven en el sabio persa a un precursor del método científico. En su tratado sobre óptica, al que tituló Kitab al-Manazir, escrita hace mil años, manifiesta que está por iniciar una investigación de principios y premisas, basada en fundamentos críticos, para llegar a conclusiones basadas en la experimentación y en hipótesis. En el proemio de la obra resalta que a toda costa buscará la verdad, sin dejarse arrastrar por prejuicios.

Su tratado de óptica estaba llamado a tener un extraordinario éxito, tanto que influyó en científicos como Kepler y Newton. También a Al-Hazen se debe “un buen cálculo de la altura de la atmósfera, basado en la duración del crepúsculo. Además, anticipó un descubrimiento reservado a un lejano porvenir: que la luz viaja con una velocidad finita”, acota Ana María Cetto.

En síntesis, estamos ante un auténtico investigador que puso las bases del método científico, y cuya sutil influencia se deja sentir hasta nuestros días. De hecho, el Año Internacional de la Luz busca celebrar los mil años de la publicación de Kitab al-Manazir, un hito en la óptica y en la ciencia.

 

Por Yassir Zárate Méndez

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