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De viajes y exploradores espaciales

Sandra Vázquez Quiroz


¿Todos podemos ser astronautas? ¿Qué se necesita para ir al espacio? ¿Cuáles son las condiciones a las que se enfrentan los viajeros espaciales? ¿Todos los viajes al espacio se han logrado con éxito? ¿En qué se ha beneficiado la humanidad con los viajes espaciales? ¿México tiene antecedentes en la exploración del espacio exterior?
Estas y otras preguntas se respondieron en la conferencia “Viajeros espaciales”, impartida por el Dr. José Francisco Valdés Galicia, coordinador del Programa Espacial Universitario (PEU), en el marco del Foro Viajeros y Viajes, organizado por Fundación UNAM y las coordinaciones de Humanidades, de la Investigación Científica y de Difusión Cultural de la UNAM.

El entrenamiento para tripular una nave espacial depende del objetivo que se quiera cumplir con el viaje

Valdés Galicia destacó que la microgravedad, la radiación ionizante (radiación solar y rayos cósmicos) y los gradientes de temperatura extremos ( -270.45 °C a la sombra a 180 °C en exposición directa al Sol), entre otras, son condiciones poco favorables para que un ser humano pueda estar en el espacio exterior.

De este modo, quienes son elegidos para explorar el Universo cumplen dos condiciones: una cognitiva y otra física. Por un lado, los astronautas deben mostrar buenas condiciones de salud física y mental, y, por otro lado, tener conocimientos de astronáutica (establecida por Konstantin Tsiolkovsky en 1903), habilidades de aprendizaje, manejo de tecnología, conocimiento de ruso e inglés, capacidad de pensamiento lógico, conocimientos de física y matemáticas, y conocimiento de literatura, un requisito particular que exigen los rusos. El entrenamiento para tripular una nave espacial depende del objetivo que se quiera cumplir con el viaje.

La carrera espacial comenzó en 1957 con el lanzamiento del Sputnik1. Desde entonces la humanidad ha realizado decenas de viajes espaciales con diferentes fines; más de un centenar de seres humanos han podido traspasar la atmósfera, realizar su trabajo y regresar a la Tierra; otros no han corrido con la misma suerte. En 1983, el transbordador espacial Challenger sufrió desperfectos durante el despegue que cobraron la vida de los siete tripulantes, mientras que en 2003 el transbordador Columbia se desintegró a su regreso a la Tierra con siete viajeros a bordo.

Por otro lado, en 1992 entró en operación la Estación Espacial Internacional (EEI o ISS por sus siglas en inglés) en la que conviven astronautas de diferentes países. En total, 16 las naciones aportan infraestructura y conocimiento, incluidos Japón, Rusia, Estados Unidos, Canadá y Brasil, once integrantes más de la Agencia Espacial Europea, ocupan cada uno  un ala de la Estación.

A decir del coordinador del PEU, Francisco Valdés, cada viajero que ha podido pasar un periodo a bordo de la EEI experimenta un efecto denominado overview, el cual cambia la forma de concebir el mundo debido a que los exploradores experimentan un sobrecogimiento cuando contemplan a la Tierra desde afuera. A su regreso, varios astronautas realizan labores altruistas y dan cuenta a los políticos de las inexistentes fronteras.

México y la exploración espacial

En el mismo año que comienza la carrera espacial en el mundo, México no se quedó atrás. Un puñado de estudiantes y profesores de física lograron el lanzamiento de un cohete en Cabo Tuna, San Luis Potosí; el cohete se llamaba Física 1 y logró alcanzar una altura de  2,500 metros.

En 1969, cuando se pisó la Luna por primera vez, en México aún se seguía haciendo investigación espacial, sin embrago ese mismo año se detuvieron las pruebas en Cabo Tuna por falta de financiamiento.

Por otro lado, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes tuvo dos cohetes que alcanzaron hasta los 150 kilómetros de altura. Hubo además una Comisión Nacional del Espacio Exterior, que se canceló durante el gobierno de José López Portillo en 1977 por falta de recursos económicos. Dichas situaciones, destacó el físico José Valdés Galicia, llevaron al país a un estancamiento en la exploración espacial. Por ejemplo, los satélites Morelos 1 y Morelos 2, se pusieron en órbita en 1985 pero fueron comprados, por lo que no hubo trasferencia de tecnología.

A partir de 1993 la UNAM desarrolló algunos satélites, entre ellos el UNAMSAT-1 que se lanzó desde la base militar rusa Plesestsk en 1995, y posteriormente el UNAMSAT-B, el cual se colocó en órbita por espacio de 48 horas, hecho que significó un logro para los ingenieros universitarios, pero que fue visto por algunos políticos como un fracaso.

México cuenta con la Agencia Espacial Mexicana y una comunidad de científicos conjuntando esfuerzos para realizar investigación espacial. Algunos de estos grupos son coordinados por el PEU, que tiene entre sus objetivos efectuar estudios estratégicos para coadyuvar al crecimiento nacional de la ciencia y tecnología espacial, e integrar y coordinar los esfuerzos de la comunidad científica universitaria que efectúa investigación espacial. A la fecha, los universitarios impulsan la construcción de nanosatélites a partir de una visión multidisciplinaria.

Cabe destacar que la exploración del espacio no solo ha permitido ampliar el conocimiento del Universo y su entendimiento, en el camino se han desarrollado objetos que se prueban en el espacio y que después se vuelven de uso cotidiano, como los hornos de microondas, los sistemas de purificación de aire, los marcapasos, la tecnología que tiene que ver con microelectrónica como los celulares, los sistemas de iluminación y hasta los pañales, objetos que llegaron a nuestra vida diaria gracias a la exploración del espacio.

 

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