Editorial

Ébola

EDITORIAL 163

El actual brote de ébola se propaga con alarmante rapidez a través de África occidental. Hasta el 21 de septiembre se habían contabilizado 6,263 casos, con 2,917 muertes. Es muy probable que la situación empeore cuando los países afectados agoten su capacidad de respuesta a esta amenaza, y porque la ayuda internacional sigue brillando por su ausencia.

Este episodio ya es el más grave de los registrados, tanto en lo que se refiere a enfermos como a fallecidos. Según el Comité de Emergencias convocado por la Organización Mundial de la Salud, se han cumplido las condiciones para declarar una contingencia de salud pública de alcance internacional.

Con el propósito de poner a las personas recién infectadas en cuarentena y así limitar la propagación del virus, las autoridades de Sierra Leona impusieron una contención sin precedentes, ordenando a sus 6.2 millones de habitantes quedarse en casa durante tres días completos, del 19 al 21 de septiembre, con 7,000 patrullas de vigilancia que realizan visitas de puerta en puerta para detectar posibles víctimas.

Aunque la contención en principio parece ser una estrategia fácil y económica, su aplicación ha demostrado ser más compleja, por varias razones. En primer lugar, ¿cómo puede toda la población de un país, con una superficie de más de 70,000 km2, resguardarse y al mismo tiempo mantener los servicios básicos? Los intentos fallidos de movilizar a los vecinos del barrio de West Point, en Monrovia, y poner a Liberia en cuarentena ejemplifican esta dificultad. Las comunicaciones en Sierra Leona se han interrumpido, aunque en estos momentos son más importantes que nunca para poner en aviso a la población, en especial la que vive en zonas rurales, aisladas desde el comienzo de la epidemia.

Guinea, Nigeria y Sierra Leona son países muy pobres y con sistemas de salud insuficientes para proteger a sus habitantes, lo que en cierta forma ha propagado la enfermedad. Además, la ayuda internacional es escasa o nula, salvo casos aislados y meritorios, como el de Cuba, que ha enviado unas cien enfermeras y media centena de médicos, que contrasta con la actuación de Estados Unidos, que ha mandado a cientos de militares, lo cual no deja de ser muy desconcertante.

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