2018Reseñas

El pequeño e increíble nanomundo

Noboru Takeuchi y Marisol Romo, Editorial Resistencia-Centro de Nanociencias y Nanotecnología, UNAM, Ensenada.

“¿Tienes idea del tamaño de los aparatitos que viste en el cine?”, le pregunta la profesora N a Beto, un niño inquieto y muy preguntón, quien luego de ver la película Nanobots se fija el reto de descubrir cómo funcionan estos personajes, porque le emociona la posibilidad de construir uno. La curiosidad y la imaginación de este pequeño que cursa el quinto grado de primaria no tienen límites.

A través de estos dos personajes, el autor de El pequeño e increíble nanomundo pone al alcance de los niños el entendimiento de las cosas más pequeñas, cuyas escalas de tamaño son imperceptibles para el ojo humano. La profesora N se caracteriza por ser una maestra muy paciente, quien a lo largo de las 100 páginas que contiene este libro disipa cada una de las dudas de Beto, a través de explicaciones y experimentos.

Una forma práctica que los científicos han encontrado para manejar escalas muy pequeñas son las potencias de diez. Por ejemplo, 103, que se lee 10 elevado a la 3 (o 10 a la 3 o 10 al cubo), indica la cantidad de ceros que hay después del 1 (en este caso el número resultante es el 1,000: tres ceros que siguen al 1).

Una vez que Beto ha entendido el problema de las escalas, por medio de una tabla que le enseña la maestra N, constata que un nanómetro es la milmillonésima parte de un metro.

En el capítulo dos, Beto entiende el papel que los átomos juegan en la materia; N le explica que estos se encuentran en todas las cosas que lo rodean, pero que no todos son iguales, ya que a la fecha se conocen más de 100. A través de la tabla periódica, Beto aprende que cuando la materia se conforma por un solo tipo de átomo se le conoce como elemento.

De este modo, Beto y la profesora N brincan hacia otro nivel, el de las partículas subatómicas, ladrillitos que conforman la estructura del átomo y habitan en un paisaje donde las cosas a veces se comportan como partícula y otras como onda, es decir, física cuántica. Seguramente cuando llegues a la altura de este capítulo envidiarás a Beto por la profesora que tiene.

Al llegar al capítulo tres, Beto comprende la manera en que las propiedades físico-químicas de la materia cambian a nivel nanoscópico. El carbono le sirve a N para explicar a Beto, en el capítulo 4, la capacidad que tiene para comportarse de distinta manera cuando se combina con otros elementos, mientras que la forma de su estructura, el acomodo de sus átomos, determinan sus propiedades especiales.

En el quinto capítulo N le habla a Beto sobre las herramientas que utilizan los nanotecnólogos para observar nanoestructuras y sobre cómo se llegó a la fabricación de nanomateriales, es decir, crear cosas átomo por átomo. N le explica a Beto el potencial que esta rama de la ciencia tiene para cambiar cosas como la electrónica, la computación, los alimentos y los fármacos como los conocemos hasta hoy.

No les puedo decir si luego de este viaje por el nanomundo Beto pudo construir sus nanobots, pero al igual que él, no podrán cerrar este libro sin sorprenderse sobre la manera en que el autor atrapa la atención de chicos y grandes para explicar de forma sencilla e ilustrada la nanotecnología.

Por Sandra Vázquez Quiroz

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