La migración del alacrán

México es el país número uno en diversidad de alacranes, en picaduras de alacrán y en especies venenosas, que son poco más de una decena. Las temperaturas más cálidas les están permitiendo desplazarse a diferentes zonas, incluidos grandes centros urbanos.
Nuestro país cuenta con 270 especies de alacranes, de un total de más de dos mil que se han catalogado a nivel mundial, aunque sin duda todavía nos faltan muchas por descubrir, explica el doctor Óscar Francke, curador de la Colección Nacional de Arácnidos, depositada en el Instituto de Biología (IB).
Licenciado en entomología y con un doctorado en zoología por la Arizona State University, este afable científico nacido en la ciudad de México, se desempeñó de 1978 a 1986 como curador de la Colección Entomológica de la Texas Tech University. Al IB llegó hace una década y desde entonces es el curador de su colección.
Proyecto de colaboración
Recuerda Francke que cuando la empresa privada farmacéutica mexicana que ahora elabora el antiveneno contra las picaduras de alacrán se enteró de que ya había un experto en estos arácnidos en el IB, le propuso un proyecto de colaboración a fin de que, apoyado por un equipo de profesionales, elaborara los mapas de la distribución de las especies de escorpiones peligrosas de México.
Conocedor del tema desde el inicio de sus estudios universitarios, el doctor Francke revisó primero la colección del IB para establecer con seguridad el lugar de procedencia de todos sus ejemplares. A continuación, inició el trabajo de campo desplazándose por toda la geografía para verificar si aún había tales especies y comprobar su peligrosidad. A la par, iba registrando los datos de georreferenciación con GPS para después reflejarlos con precisión en los mapas. “Salimos al campo y referenciamos con exactitud la ubicación del hallazgo, por ejemplo 18° latitud norte, 100° longitud oeste”, precisa.
Como muchos de los ejemplares colectados en el pasado adolecían de una descripción completa, el investigador fue actualizando las bases de datos y así pudo finalmente no solo generar los mapas con la distribución real de las especies, sino también elaborar modelos virtuales con los de su potencial distribución.
“Las bases de datos tienen número de ejemplar, nombre de la especie, latitud, longitud, nombre de la localidad y otros datos específicos, fruto del esfuerzo y también de mucho trabajo de campo y de escritorio”, detalla el científico. En la pantalla de su computadora se despliega el mapa correspondiente a la distribución de la especie Centruroides limpidus limpidus, “una de las peligrosas”, advierte Francke.
Para determinar la distribución potencial, los investigadores crean modelos en el programa GARP (Genetic Algorithm for Rule-set Prediction), que ubica el nicho ecológico de las especies de acuerdo con puntos de referencia real capturados en una base de datos. Normalmente se toman en cuenta dos decenas de parámetros, como temperatura, precipitación, el mes más seco, el más lluvioso, el más frío, el más caliente, y con ellos se forma un mapa multidimensional al que se van añadiendo los puntos que denotan la presencia de cada uno de los alacranes para ver qué condiciones ambientales les gustan, dónde sí y dónde no podría sobrevivir cada especie.
Advertencia climática
Uno de los temas de interés permanente para este biólogo de mediana edad es el problema del cambio climático, por cuanto pone en peligro la biodiversidad de las especies que habitan nuestro planeta.
Hace varios años llamó poderosamente su atención la gráfica de una publicación científica que visualizaba las conclusiones a las que habían llegado cuatro estudios diferentes sobre cambio climático: uno, de la Universidad de California en Berkeley, otro de la NASA, uno más de la National Oceanic & Atmospheric Administration y otro de la Universidad East Anglia del Reino Unido.
“Las conclusiones de las cuatro investigaciones coincidían puntualmente. A partir de 1980 ha habido un incremento drástico en la tasa de calentamiento. Por esa época, el Instituto Bioclon me invitó a una conferencia sobre animales venenosos en Arizona, donde habita el alacrán Centruroides sculpturatus Ewing, en la que se revisaría la distribución de este arácnido. Como ponente invitado, elaboré un mapa de la presencia de este alacrán en el estado de Sonora, vecino sureño de Arizona. Y como complemento, también exhibí el mapa de todos los alacranes peligrosos de México”, reseña el doctor Francke.
En Arizona, alacranes y cambio climático se fusionaron en una pregunta: ¿cómo va a influir el aumento de la temperatura a resultas del cambio climático en la dispersión de esta especie ponzoñosa? Partiendo de la distribución real de Centruroides, “los presentes empezamos a hipotetizar con las capas de temperatura y visualizamos qué pasaría si esta siguiera aumentando. La respuesta fue sorpresiva, porque emigraron hacia el norte, contra nuestra inicial suposición de que no emigrarían hacia lugares más septentrionales, porque allá las temperaturas son más frías. Nuestro modelo reflejó un incremento dramático hacia el noroeste”.
Esta invasión de nuevos territorios más al noroeste se torna peligrosa porque en esa zona se encuentran San Diego y Las Vegas, ciudades que con un aumento de uno y medio o dos grados centígrados van a ser potencialmente invadidas por alacranes peligrosos. Un poco más y entrarán a Los Ángeles, alerta el científico. Llegado el caso, la población en riesgo sería enorme, pues a los 6.2 millones de habitantes de Arizona se tendrían que agregar más de 20 millones en California (San Diego, Los Ángeles, Orange, Riverside, San Bernardino…), y 1.8 millones en Las Vegas.
El caso de Querétaro
Los resultados tan sorpresivos de los modelos virtuales presentados en Arizona se vieron reflejados tiempo después en Querétaro, donde se organizó otro encuentro de especialistas, al que también asistió el doctor Óscar Francke.
El investigador recabó los datos que había sobre esta entidad federativa en el Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica, y descubrió que de 1997 a 2006 no hubo muertos por picadura de alacrán. Sin embargo, 37,876 personas fueron picadas, lo que daba un promedio de 4,208 casos al año, y como el estado tiene 1,800,000 habitantes, estas cifras revelan que 1 de cada 450 queretanos está en riesgo. “El riesgo de picadura en Querétaro es alto”, concluye el investigador.
Cuestión de sobrevivencia
¿Cuál será la distribución geográfica potencial de Centruroides limpidus ante el cambio climático? Al observar la gráfica del calentamiento global, se advierte que hace 30 años la temperatura promedio era inferior en un grado centígrado.
En contraste, si se reduce la temperatura un grado centígrado, retrocederíamos 30 años en el tiempo, como se puede ver en color verde la distribución en los inicios de la década de 1980. ¿Qué pasó en Querétaro? Cambió de amarillo a verde porque hace tres décadas Centruroides limpidus no podía sobrevivir en esta entidad estatal a esa temperatura. Era muy fría, pero el calentamiento global ha favorecido que Centruroides ya se haya adaptado a las condiciones de este lugar.
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