2017Reportajes

La UNAM, un espacio sustentable

Es un oasis, un lugar en el que germinan y se desarrollan ideas, propuestas, talentos y contrastes. Es, desde 2007, Patrimonio Cultural de la Humanidad. Se trata de un pequeño enclave dentro de una gran urbe.

Hacer de Ciudad Universitaria un sitio sustentable “es una tarea de todos”, afirma en entrevista para El faro la ecóloga Mireya Imaz Gispert (2012), coordinadora del Programa Universitario del Medio Ambiente (PUMA). Con acciones y medidas inteligentes, creativas e incluyentes, asegura que la clave está en formar jóvenes comprometidos con su entorno, a los que “a todas luces no les estamos dejando un mundo mejor”.

De ahí que con proyectos como la Estrategia de Universidad Sustentable EcoPUMA, la UNAM ofrezca alternativas responsables con las que será posible reducir el impacto ambiental que genera la actividad de quienes acuden a sus campi.

Y es que por citar un ejemplo, en Ciudad Universitaria se producen alrededor de 15 toneladas de basura al día que no son reutilizadas o comercializadas, y se confinan en uno de los 13 centros de transferencia que hay en el Distrito Federal. El costo de esta maniobra asciende a un millón y medio de pesos al año.

“¿Se imaginan lo que podríamos hacer si invirtiéramos esa cantidad de dinero en nuestro propio sistema de manejo de residuos?”, plantea la investigadora.

Grandes esfuerzos

Pero claro que no todo está mal. La UNAM y su comunidad están cada vez más conscientes de la importancia del cuidado del medio ambiente, por lo que ya se han implementado acciones que incluso han sido replicadas en otras instituciones educativas, tanto públicas como privadas.

“Efectivamente, en la UNAM estamos tratando de cambiar las cosas que, por años, hemos venido haciendo mal”, acota Imaz. Y da algunos ejemplos: “Se han sustituido en un 70% las viejas luminarias, incluyendo las del Estadio Olímpico; se colocaron llaves ahorradoras de agua en todo el campus; reinfiltramos casi toda el agua de lluvia; aprendimos a separar nuestros residuos –aunque de momento de manera muy básica en orgánicos e inorgánicos– y ya hay lineamientos de “compras verdes”, así como de construcciones sustentables.

¿Y qué son las compras verdes?, le preguntó El faro.La respuesta vino acompañada de un par de ejemplos. Esto es, conseguir bienes de menor impacto ambiental, como que en lugar de que adquiramos lápices comunes y corrientes (de esos amarillos que todos conocemos), ahora se compran lápices sin esmalte y sin arillo metálico; que en lugar de utilizar hojas de papel bond, ahora se usan las de papel manufacturado con fibras de materiales reciclados y con poca o ninguna cloración”.

Al respecto, cabe señalar que si tan solo en CU se sustituyera el 50% de papel bond por papel reciclado se dejarían de talar aproximadamente 10,000 árboles al año. En pocas palabras, “todo un bosque”.

Los lineamientos de las compras verdes están ahí, al alcance de todos, en un documento que ya ha sido publicado en la Gaceta UNAM, en el que también se ofrece una ficha técnica por cada material sugerido.

La idea es que nuestra Universidad, y otras universidades y escuelas de México, hagan lo mismo; repliquen la propuesta, la mejoren y operen en armonía con el medio ambiente porque “nuestro país está urgido de un proceso de socialización de la riqueza y esto lo tenemos que hacer cuidando nuestros recursos naturales, pues son la base sobre la que podremos construir el futuro”, argumenta nuestra entrevistada.

La ruta hacia la sustentabilidad

Caminar hacia la sustentabilidad es una tarea que no podemos posponer. “Es una meta, un gran reto”, enfatiza Mireya Imaz. Y es que la UNAM es tan grande que todas las actividades que en ella se desarrollan tienen un impacto importante en el entorno inmediato.

Pensemos en los grandes volúmenes de papel que a diario consumimos, en los lápices, las plumas, las grapas, los cartuchos de tinta; tengamos en cuenta la cantidad de energía eléctrica que se necesita para que cientos de académicos impartan cátedra; o los volúmenes de agua que emplea la comunidad, así como la demanda de transporte que requieren los universitarios para llegar a sus destinos.

El quehacer universitario pide una enorme cantidad de recursos de todo tipo, así que debemos ser un ejemplo para otros y actuar de manera responsable porque no hay que perder de vista que también estamos educando a una generación de jóvenes cada vez más participativos y exigentes en los temas ambientales.

“¿Por qué los maestros nos siguen dejando tareas y extensos trabajos impresos en hojas de papel?”, es una pregunta frecuente que suelen plantear los alumnos y que valora la maestra Imaz. “Los estudiantes tienen razón, eso es algo que debemos cambiar ya”, reitera la experta en materia ambiental.

De ahí que el EcoPUMA busque recabar las demandas, ideas y experiencias de profesores, alumnos, directivos y trabajadores a fin de implementar nuevas propuestas. “Debemos aprender de lo bueno y lo malo, en este proyecto cabemos todos”, asegura.

Distintivos PUMA

El PUMA ha iniciado los trabajos para elaborar diagnósticos precisos en materia ambiental en la UNAM. ¿Cómo? Investigando y haciendo levantamientos en cada una de las facultades y escuelas, desde preparatoria hasta posgrado, para ver quiénes imparten temas y materias relacionados con el medio ambiente. Actualmente se han concluido los reportes de prácticamente todas las entidades de la Coordinación de la Investigación Científica, los Colegios de Ciencias y Humanidades y tres facultades en CU.

Se tienen identificadas las materias desde iniciación hasta doctorado en las que se imparte la temática ambiental y de la sustentabilidad, así como los programas de cada una, esto con la idea de poder actualizar contenidos y además hacer visible esta oferta para que los alumnos de cualquier facultad o escuela conozcan esta información.

“Nos interesa ver quién enseña, qué enseña, cómo conceptualiza y cómo ve asimilado el conocimiento cada académico, en una suerte de escaneo que ha resultado muy interesante”, acota la investigadora, quien ha asesorado a instancias gubernamentales en materia del cuidado de la naturaleza.

Se tiene ya el inventario de gases de efecto invernadero de Ciudad Universitaria generados por el sector energía y con ello recomendaciones de qué hacer en el futuro para ir reduciendo nuestra huella ambiental.

Asimismo, el PUMA ha organizado exposiciones, conferencias y talleres en CU y fuera de ella. El Festival Internacional Cervantino, en Guanajuato, es uno de los lugares donde ha logrado una buena aceptación y este año regresará, junto con Universum, con la exposición 40 años Arte y Ambiente.

“Tenemos también el diplomado La dimensión ambiental en el diseño y ejecución de políticas públicas”, remarca orgullosa la titular del Programa Universitario del Medio Ambiente. Y están por lanzar el video EcoPUMA: Estrategia de Universidad sustentable para afrontar la crisis ambiental global, con el que pretenden convocar a la unidad e identidad universitaria. “Tú eres PUMA y tienes que ser diferente, es el mensaje que queremos dar”, resalta Imaz.

Considerado como uno de los grandes aciertos de esta iniciativa está el Programa Escuela Sustentable que, en colaboración con la Dirección General de Incorporación y Revalidación de Estudios, está presente en 39 escuelas incorporadas a la UNAM.

Esta iniciativa funciona de la siguiente manera, explica Mireya Imaz: “Los colegios que se apegan a los lineamientos sugeridos en EcoPUMA que logren el mayor número de acciones ambientalmente responsables (de 40 posibles) se hacen acreedores a un distintivo que tiene tres categorías: básico, azul y oro”. Esto mismo operará en breve para las entidades universitarias en general.

¿Pero qué es lo que evalúan en cada colegio? “Si riegan con agua potable o no, si tienen inodoros y focos ahorradores, si separan sus residuos, si tienen transporte escolar, etcétera”. El levantamiento de la información casi siempre está a cargo de jóvenes de servicio social o voluntarios, a quienes el PUMA invita permanentemente a sumarse a dicha tarea.

Sistema de calentamiento solar en la alberca universitaria

Por otra parte, una de las propuestas más ambiciosas del PUMA es la que tiene que ver con la alberca olímpica universitaria, en donde se pretende instalar un moderno sistema de calentamiento solar, con lo que se sustituiría en un 46% el consumo de gas LP. “El proyecto está muy avanzado y esperamos poder inaugurarlo en breve”, señala Imaz Gispert.

Dos son las empresas que han donado los colectores solares y varias las entidades universitarias las que participan activamente, incluyendo a las facultades de Ingeniería y de Arquitectura, el Centro de Investigación en Energía, el Instituto de Ingeniería y, por supuesto, la Dirección General de Obras y Conservación.

Asimismo, se planea diseñar un vistoso y moderno corredor al que podría llamársele “El paseo de las ciencias”, el cual iría de la estación Universidad del metro hasta la Facultad de Ciencias, pasando por los institutos de Matemáticas, Física y Astronomía, Nucleares y Materiales, así como el Centro de Ciencias de la Atmósfera y el propio edificio de Programas Universitarios de la CIC”, detalla. La idea es recuperar ese corredor, que también es la segunda entrada peatonal más importante de CU, rehabilitar la ciclovía y ofrecer información sobre temas relacionados con el quehacer científico de la UNAM.

La propuesta busca que sea un corredor amigable que además ofrecerá deliciosos jugos de nube. “Así es, captaremos el agua de lluvia, la potabilizaremos y la pondremos en bebederos que estarán a la disposición de todos”.

Por Norma Guevara Philippe

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba