Por Yassir Zárate Méndez –
A pesar de los años transcurridos desde la publicación de este volumen, en el que Smil analiza los flujos energéticos, sus palabras siguen vigentes, e incluso han adquirido mayor relevancia.
La civilización basada en combustibles fósiles busca desesperadamente nuevas fuentes de energía. La presión ejercida por el calentamiento global y el subsecuente cambio climático han espoleado nuevas rutas de exploración.

Ahora, atrapamos los rayos del Sol en celdas fotovoltaicas y plantamos modernísimos molinos de viento en aguas someras o en planicies deshabitadas, para suministrar electricidad a nuestras viviendas, pero también continuamos quemando ingentes cantidades de petróleo y carbón, con un alto costo para el equilibrio del planeta.
La realidad nos obliga a otear otros horizontes.
Cuando la ciencia ficción nos alcanzó
Varios autores de ciencia ficción han bosquejado la posibilidad de que algún día nuestra especie habite otros mundos. Uno de esos eventuales hogares espaciales sería la Luna.
Desde las misiones Apolo de Estados Unidos, a finales de los años sesenta y principios de los setenta del siglo XX, ningún ser humano ha vuelto a hollar el suelo de nuestro satélite natural.
Pero eso está por cambiar.

El proyecto Artemisa de la NASA proyecta que para esta década, una astronauta estadounidense forme parte de una misión a la Luna, más de medio siglo después de la última nave que arribó a ese sitio.
La de la NASA es una de varias empresas que tiene como meta la superficie selenita. Además, a la exploración con fines científicos, se suma un nuevo componente: el aprovechamiento y explotación de los recursos disponibles en la Luna y en otros cuerpos de nuestro vecindario solar.
La ciencia ficción nos ha alcanzado.
Minería espacial
Para el Dr. Gustavo Medina Tanco, responsable del Laboratorio de Instrumentación Espacial (LINX), del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM (ICN), estamos viviendo una época semejante a la del periodo explorador que culminó con el encuentro de los europeos con lo que ahora es el continente americano.

En un artículo previo publicado en El faro en línea, el investigador universitario nos ofreció detalles sobre el proyecto Colmena, con el que la UNAM, aliada con la iniciativa privada, busca enviar a un grupo de mini robots a explorar el regolito lunar, esa fina capa de material que cubre la superficie de nuestro satélite, y que de acuerdo con algunos especialistas, es rico en materiales aprovechables.
La versión 4.0 de la exploración espacial tiene como una de sus metas adquirir un beneficio de los recursos disponibles en la Luna o en asteroides cercanos, una vez que se agote su viabilidad económica en la Tierra.
Un área de alta relevancia es la minería espacial. Ahora bien, esta actividad requiere un cliente, que en este caso particular puede ser de dos tipos: usuarios de la Tierra o grupos de avanzada establecidos en la Luna o que lleguen a alguno de los asteroides que muestren viabilidad para su aprovechamiento.
“Desde el punto de vista de la Tierra, hay en este momento algunos metales preciosos y tierras raras fundamentales para la tecnología. Si tomas tu celular, verás que está fabricado con platino, oro y cadmio, entre otros materiales”, refiere el también académico.

Muchas de esas tierras raras y algunos metales preciosos van a dejar de tener una extracción comercialmente viable en la Tierra, en las próximas décadas. Más allá de un eventual agotamiento de los yacimientos, cada vez será más desafiante excavar a mayores profundidades.
“¿Quién se va a ir a 50 kilómetros de profundidad para sacar platino?”, cuestiona Medina Tanco.
En otras palabras, será comercialmente inviable operar en esas condiciones. En cambio, varias prospecciones indican que, por ejemplo, algunos asteroides están hechos casi por completo de platino, con un valor de miles de millones de dólares. Se trata de asteroides que están relativamente cerca de la Tierra, que serían viables de explotar comercialmente, lo que daría pie a la minería espacial.
El caso de la Luna
Tal vez en el transcurso de este siglo nuestra civilización cuente con reactores de fusión nuclear, lo que ayudaría a resolver el problema del suministro de energía.
“La gran ventaja de un reactor de fusión nuclear es que puede ser una fuente de energía limpia, si cuentas con helio 3, porque es un combustible con el cual puedes tener una fusión nuclear sin producir desechos radiactivos. La puedes hacer con otros materiales, pero vas a tener desechos radiactivos también, menos que con los reactores de fisión, pero vas a tener; pero si lo haces con helio 3, se elimina esa posibilidad”, expone el responsable del LINX.
Helio 3, que es un isótopo del helio, es un mineral que al parecer abunda entre el regolito.
“Lo tienes en la Luna y se podría recoger allí. Tiene todas las características que querrías de un material que vas a ir a buscar tan lejos y que tiene una gran cantidad de valor por unidad de masa. Un kilo de helio 3 se estima que cuesta del orden de los tres millones de dólares en el mercado. Eso es algo que puedes volver comercial, sacándolo de la Luna y trayéndolo de vuelta”, agrega el investigador.
Agua de Luna
Otro recurso disponible es el agua, que tiene al menos dos usos: el del consumo para eventuales colonias lunares. “La puedes tomar, y ya resolviste un problema, porque ya no tienes que llevarla desde la Tierra”, acota el Dr. Medina Tanco.

Sin embargo, esa utilidad sería “la menos importante”. Y es que con un poco de energía solar, “puedes separar el agua en oxígeno e hidrógeno, y podrías obtener combustible para cohetes”.
Ahora bien, agrega, como la gravedad de la Luna es un sexto de la de la Tierra, es mucho más conveniente construir un cohete en la Luna, “una gran nave para ir a Marte o a los asteroides, y simplemente ponerle el combustible allí mismo, lo que es una gran ventaja, sobre todo para viajes largos”.
Incluso, esa hipotética nave podría construirse en órbita, y no en la superficie lunar. Una opción sería tener una fábrica de naves espaciales en torno de la Luna y solo subir el combustible.
“Hay una serie de ventajas. Todo esto para decirte que la minería es importante”, resalta.
En este planificado retorno a la Luna, que cuenta con un robusto soporte de la iniciativa privada, se prevé construir una estación orbital, similar a la Estación Espacial Internacional que orbita la Tierra. Se trata de una propuesta que incluso ya tiene nombre: The Gateway, que orbitará la Luna, y servirá de puerto espacial para efectuar alunizajes e iniciar la colonización.
“Si se habla de volver a la Luna y quedarse allí; de ir a los asteroides y eventualmente a Marte, usando la Luna como puesto de avanzada, tiene que ser un proyecto sustentable desde el punto de vista económico”, advierte.
De ahí las prospecciones y el trabajo colaborativo entre instituciones públicas y entes privados, una tarea que ya ha implementado la Universidad Nacional.
