Por Sandra Vázquez Quiroz –
Eliminar los popotes en los establecimientos de comida no es una mala idea, ¿pero qué sucede con todo el plástico que está alrededor de esta industria?, ¿qué tan dispuestos estamos a hacer cambios radicales en nuestros estilos de vida?, ¿cambiar nuestro auto alimentado por gasolina a un hibrido en verdad ayudará a descontaminar el planeta? Estos son algunos planteamientos que se hallan en Planeta (in)sostenible, un libro en el que el autor reflexiona desde la episteme sobre el pensamiento lineal y un modo de pensar sistémico.
A través de ejemplos claros, el autor nos acerca al entendimiento sobre cómo es que el pensamiento lineal ha considerado tener el control sobre la naturaleza y por qué nos encontramos frente a uno de los mayores retos: el cambio climático.
El pensamiento lineal, aclara en el capítulo VI, titulado “Los transgénicos llegaron ya”, se puede resumir en un lema que en su momento comentó algún ingeniero agrónomo: “Nuestra labor es que crezcan dos plantas, ahí donde solo crecía una”. Bajo esta perspectiva, destaca Zambrano, “es posible domesticar la naturaleza que nos rodea, quitarle todo lo que no necesitamos y dejarla a nuestro servicio para que produzca de manera más eficiente todos los bienes que requerimos”.
«Planeta (in) sostenible es un libro en el que el autor reflexiona desde la episteme sobre el pensamiento lineal y un modo de pensar sistémico. A través de ejemplos claros, el autor nos acerca al entendimiento sobre cómo es que el pensamiento lineal ha considerado tener el control sobre la naturaleza y por qué nos encontramos frente a uno de los mayores retos: el cambio climático, entre otros temas».

Abunda que desde una visión sistémica se puede comprender un fenómeno sin necesariamente disectar cada una de sus partes, evaluando sus interacciones. Uno de los mejores ejemplos de pensamiento sistémico es la teoría de la evolución planteada por Charles Darwin, la cual fue concebida desde dicha perspectiva basándose en la concatenación de cinco hechos irrefutables y rectores que son repetibles y que se pueden comprobar mediante tres inferencias, descritas en el capítulo VIII de este libro, “¿Qué significa la sostenibilidad?”, cuya definición aclara Zambrano, no es sencilla, pues el término desde una perspectiva lineal es poco efectiva, mientras que desde una visión sistémica la sostenibilidad busca encontrar las variables que más importan y que hacen que el sistema funcione.

Aunque se resaltan las ambivalencias de cada una de estas dos formas de interpretar el mundo, lineal y sistémica, el autor explica que este último no se contrapone con la visión lineal, sino que se complementan para realizar una mejor comprensión de la naturaleza, como dos formas de llegar a un destino; si uno quiere admirar el paisaje busca la ruta más larga y si se quiere llegar más rápido buscará las supercarreteras.
Zambrano señala que una forma de comenzar a aplicar una visión sistémica en nuestras actividades diarias es desechando la idea de controlarlo todo, cambiar el discurso de ser padres de la naturaleza por el concepto de protegerla, comprender que vivimos bajo interacciones complejas, poco predecibles y que somos un elemento más dentro de toda la variedad de sistemas complejos que hay en la Tierra.
Planeta (in)sostenible se compone de 15 capítulos, a través de los cuales se aclaran conceptos como sostenibilidad o resiliencia, y se aborda el fenómeno de la posverdad ante la comprensión del cambio climático, también se enuncian tres paradigmas a romper si se desea evitar un declive planetario: 1) dejar de estimar la importancia del promedio, “los extremos son los que pueden estar rigiendo las dinámicas del planeta”; 2) disolver el viejo paradigma que indica que lo que hace falta es más tecnología, ello nos podría condenar a ser incapaces de solucionar muchos de los problemas que presentan los sistemas; 3) poner en práctica la humildad, ya que no somos un ente diferente a la naturaleza, no somos superiores, la energía y los bienes del mundo son limitados. Este último paradigma, destaca Zambrano, no es para bajar los brazos y sentirse derrotados ante la falta de predictibilidad y ante la complejidad, sino para modificar prioridades sobre economía-naturaleza-sociedad y felicidad.
En el capítulo XIV, el autor desmenuza los tres vértices necesarios para la sobrevivencia humana: alimento, energía y agua, tres elementos que no se pueden disociar. En el último capítulo, “El ser humano como parte de la naturaleza”, reflexiona sobre la preponderancia de pensar más en formas de cooperación que de competencia, en colocar al final de cualquier estructura la economía y poner en primer plano la interacción con la naturaleza y nuevas dinámicas sociales.
Planeta (in)sostenible está disponible en Libros UNAM.