
Por Yassir Zárate Méndez –
“Estas dos galaxias, en su atracción gravitacional, se fueron aproximando y se da esta colisión”, refirió la Dra. Érika Benítez Lizaola, del Instituto de Astronomía de la UNAM, durante la charla “¿Qué hay de nuevo en la galaxia?”.
Gaia-Enceladus era de un tamaño similar al de la Nube de Magallanes. Cuando hay colisiones de esta naturaleza, el gas se destruye y se va transformando. En este caso, se integró a la Vía Láctea; Gaia-Enceladus fue perdiendo cada vez más estrellas, hasta que quedó completamente devorada por la Vía Láctea. Y no era la primera vez que ocurría una situación así. Antes, ya había engullido a otras galaxias.
En los hechos, Gaia-Enceladus es una intrusa, que en su momento tuvo su propia composición química —que ahora se puede rastrear—, sus estrellas, y un determinado aspecto, con poblaciones distribuida de cierta forma.

“¿Qué pasa cuando se da esta colisión? Lo que sucede es que la gravedad ya no deja escapar a parte de estas estrellas. Tenemos estrellas con elementos químicos distintos con respecto a los que se ven en general en la Vía Láctea”, agregó, a manera de pista para identificar a los cuerpos estelares que pasaron de Gaia-Enceladus a nuestra galaxia.
Gaia, instrucciones para elaborar un mapa galáctico
En diciembre de 2013, la ESA lanzó desde la Guyana Francesa el satélite Gaia, el cual “se centra en uno de los retos más difíciles pero fundamentales de la astronomía moderna: la creación de un mapa tridimensional extraordinariamente preciso de unos mil millones y medio de estrellas en toda nuestra galaxia y más allá”, informa la página electrónica del proyecto.
De acuerdo con la Agencia Espacial Europea, Gaia observa cada uno de los mil millones y medio de estrellas unas 80 veces, registrando el brillo y la posición de cada fuente a lo largo del tiempo.
“Este masivo censo estelar proporcionará los datos observacionales básicos para abordar una serie de problemas relacionados con el origen, estructura y evolución histórica de nuestra galaxia. El resultado ofrece un catálogo astronómico y un archivo de datos de alcance, exactitud e integridad sin precedentes”, se agrega.
Al respecto, la Dra. Érika Benítez precisa que Gaia se trata de una misión astrométrica, es decir, que se orienta a levantar un inventario de los cuerpos estelares de la Vía Láctea; una misión astrométrica proporciona posiciones exactas y distancias a las estrellas, información indispensable para levantar un mapa estelar.
Para entender la anatomía de la galaxia es muy importante saber a qué distancia están las estrellas que la constituyen, y también cómo estas se mueven dentro de la galaxia. Gaia aspira a hacer un mapa preciso, en tres dimensiones, de la Vía Láctea. “Vamos a poder investigar su composición química”, explica. Y es que los procesos de evolución estelar producen distintos elementos químicos debido a la fusión.

Cabe puntualizar que los astrónomos llaman metales a todos aquellos elementos más pesados que el hidrógeno y el helio. “La tabla periódica es interesante en este sentido”, acotó la investigadora. De hecho, a través de Gaia, también quieren conocer la composición química de los cuerpos estelares que se aprecian.
“Cuando los astrónomos empezaron a estudiar la galaxia, hacían conteos estelares, este satélite ha rebasado esa manera de trabajo. Podemos entender un poco mejor cuál es la forma de la galaxia, cuál es su contenido, el gas, las estrellas, el polvo; cómo se mueven las estrellas, cómo afectan el polvo, los procesos estelares o dónde está el centro de la galaxia”, recalcó la Dra. Benítez Lizaola.
De manera entusiasta, subraya que la cantidad de estrellas a estudiar ha sido rebasada. Gaia ha producido mapas de la Vía Láctea con la información conociendo las distancias, las posiciones, las velocidades estelares, se puede hacer un mapa de la galaxia. Los mapas muestran una vista de la Vía Láctea y de sus galaxias vecinas, incluido el brillo total y el color de las estrellas; la densidad total de estrellas y el polo estelar.
Las observaciones se realizaron en cada porción del ciclo entre julio de 2014 y mayo de 2016 y se publicaron como parte de la segunda liberación de daros, conocida como 2DR, efectuada el 25 de abril de 2018.
Las bondades de Gaia
“¿Cuál es la maravilla de los datos de Gaia?”, se pregunta la Dra. Benítez. Bueno, pues que son gratis, ya que se pueden descargar sin restricciones monetarias desde la página del proyecto de la ESA.

Hasta ahora, “constituyen una base de datos formidable, por si quieren conocer más, explotar esta información, ya que es para el público en general, para astrónomos y aficionados. Hay muchas posibilidades para trabajar con esta base de datos”, expone la experta de la Universidad Nacional.
Como sabemos, la Vía Láctea es “enorme, inmensa, complicadísima, más de lo que se imaginan”. Por lo tanto, necesitamos información precisa, aparte de las velocidades, también de movimientos y del estado de evolución, pero sobre todo cómo podemos comparar la estructura de la galaxia, si tiene un disco, un bulbo, un centro. Para eso se está utilizando a Gaia.
El vecindario galáctico
Al vivir dentro de la Vía Láctea, se nos dificulta saber qué forma tiene. De hecho, “vemos a la galaxia de canto o de lado”, apuntó la investigadora del Instituto de Astronomía. Sin embargo, desde hace tiempo sospechamos que tiene un aspecto espiral, gracias a diferentes mediciones y a lo que hemos observado en otras galaxias.
Gracias a esa tarea de observación apoyados en herramientas como Gaia, sabemos que hay diferentes formas de galaxias, como las de disco, barras, con brazos o espirales, como la nuestra; otras más ofrecen formas irregulares
Algunas fueron estudiadas por el telescopio Spitzer, que ya no está en funcionamiento. Operó en las bandas del infrarrojo, y gracias a ese telescopio, “se pudieron observar regiones en las que, aunque había polvo oscureciendo la región, se puede estudiar a través de esa banda y entender cómo son los procesos estelares de gas y de polvo, dentro de esas zonas oscurecidas”.
Dentro de las galaxias espirales también hay diferentes modalidades, entre las que están las floculentas y de gran diseño; estas últimas se caracterizan por tener dos brazos, particularmente prominentes, detalla que no se presenta en las floculentas, las cuales “solo tienen cortecitos de brazos por todos lados”. Este tipo de galaxias se descubrieron gracias a la ayuda del telescopio espacial Hubble, ya fuera de operación.
En el caso de la Vía Láctea, se estima que tiene un tamaño de unos 100,000 años luz. Los brazos giran en el sentido del reloj y cada 250 millones de años el Sol da una vuelta en torno al núcleo o centro de la galaxia. Con Gaia se ha ido mapeando para conociendo la química predominante, identificar qué poblaciones estelares hay, cómo han evolucionado y cómo se están moviendo las estrellas en el disco. Sabemos que el disco tiene un movimiento muy ordenado y que en el llamado halo las estrellas rotan diferente.
Para estudiar la galaxia hay que hacer divisiones, se divide en cuadrantes, así se dividen y estudian las distintas zonas. Entre ellos se encuentran el brazo del escudo, de Perseo y el cercano; el sol vive en el brazo de Orión.
¿Qué hay de nuevo en la galaxia?, se preguntó la Dra. Érika Benítez. “Tenemos datos que nos ayudan a entender la morfología, la estructura de sus brazos espirales, la forma del bulbo. Encontramos lo que son las funciones. La galaxia no está tranquila: es una golosa, porque se la pasa tragando galaxias enanas. Es una galaxia activa, porque está formando estrellas, tiene un agujero negro central, no es muy activo, aunque ha producido burbujas de rayos gama”, resumió la investigadora del Instituto de Astronomía.
A manera de conclusión, apuntó que todo en la vida evoluciona, incluidas las galaxias, y nuestra galaxia siempre está en evolución.
