Perfiles

Teoría y experimentación: unión indisoluble. Claude Thions

La realidad se ha impuesto. Hoy queda claro que para orientarse hacia la física experimental se requiere de la teoría, y viceversa. Esto suena obvio, aunque no lo fue durante décadas en que se dividió el campo de trabajo de la física entre lo teórico y lo experimental. Fue esa separación por la que Claude Thions Chaudy trabajó hasta finales de los años 70 en el campo de la termodinámica a nivel teórico. “Analizamos qué le pasa a la materia para tratar de encontrar ecuaciones de estado, que predicen cuál va a ser el resultado de la materia comprimida dada la presión que se le va a aplicar”, recapitula.

Ha sido un campo de trabajo con un notable éxito, en principio orientado a definir una ecuación universal en el caso de materiales comprimidos por ondas de choque. “Pero para probar esta ecuación necesitábamos datos experimentales”, apunta. Esa necesidad dio origen al Laboratorio de Altas Presiones (LAP) del Instituto de Física (IF) de la UNAM, creado también en los años 70 del siglo pasado para albergar un cañón de gas comprimido capaz de producir ondas de choque de 100 a 150,000 atmósferas de presión, en cuyo diseño Thions trabajó con los doctores Fernando Enrique Prieto Calderón y Miguel de Icaza.

Inicialmente se hicieron experi-mentos para comparar los resultados del choque a distintas temperaturas, incluso extremas, con los datos de la ecuación universal propuesta por el doctor Prieto y Claude Thions, en esos años identificada como Claude Renero por el apellido de su esposo. A lo largo de los años se han tenido resultados sorprendentes, como la soldadura por impacto entre materiales como el aluminio y el acero, que quedan unidos sin que haya una solución de continuidad. “Y esto es fantástico porque así se puede unir materiales que con soldadura clásica es prácticamente imposible”, recalca Thions.

Fabricado en su totalidad en la UNAM, este cañón de poco más de 15 metros es único en el país. Opera con una cámara que comprime un gas, que al ser liberado sobre la base de un proyectil, lo acelera a lo largo del tubo. Al final se fija el blanco. En este proceso, que dura microsegundos, se produce una onda de choque. El problema, explica Thions a El faro, es recuperar el material de la muestra y analizar el resultado del impacto del proyectil, que viaja a velocidades de entre 400 y 1,000 m/s. En las más de dos décadas que lleva en operación se ha experimentado el impacto de las altas presiones en los más diversos materiales y elementos, lo que deriva en aplicaciones que van de la ciencia e ingeniería de materiales a la geofísica y las ciencias planetarias, e inclusive a la biología.  Actualmente, la investigación en el LAP está orientada a la compactación dinámica de polvos nanoestructurados. En esta materia hubo una colaboración muy activa con el Instituto Politécnico Nacional, y actualmente con el Laboratorio de Cristalofísica y Materiales Naturales del IF.

Otro proyecto tiene que ver con el análisis de los restos “proximales” generados por el impacto de un meteoro en la península de Yucatán hace 65 millones de años, con el fin de determinar a qué presión pudieron formarse estos restos y tener más conocimiento sobre un evento al que se atribuye la desaparición de los dinosaurios. Las posibilidades de este tipo de experimentación “son inmensas”, apunta Claude Thions, pues representan además una alternativa al uso de explosivos.

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Por Alicia Ortiz Rivera

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