2021Tecnología

UNAMSAT, un salto al espacio

Por Yassir Zárate Méndez

Eran las cuatro de la tarde con 48 minutos, hora local, del 5 de septiembre de 1996, cuando el cohete Kosmos 3M Polyot despegó de la plataforma de lanzamiento 132, del cosmódromo de Plesetks, localizado a 900 kilómetros al norte de Moscú.

Como parte de su carga, transportaba al satélite UNAMSAT-B, diseñado por completo en México, por ingenieros y estudiantes de la Universidad Nacional.

UNAMSAT-B era el segundo dispositivo de una iniciativa que se remontaba a inicios de los años noventa del siglo pasado. Así, nuestra Máxima Casa de Estudios se incorporaba de lleno a la carrera espacial.

Antecedentes

El proyecto arrancó a partir de una iniciativa de radioaficionados, como refiere Guillermo Núñez Jiménez, radioaficionado él mismo, en un artículo publicado en octubre de 1997, en la revista QST, especializada en esos tópicos.

Clave en esos esfuerzos fue el ingeniero David Liberman, integrante de un muy activo grupo que tenía como complemento la creación de una red de satélites construidos en América Latina.

“Una meta ideal para David fue que en Latinoamérica, especialmente en México, se fabricara un satélite de radioaficionados. Empeñado en su cometido trajo un proyecto a México y lo estuvo ofreciendo a varias instituciones hasta que finalmente la Universidad [Nacional] Autónoma de México (UNAM) se interesó en el mismo y firmó un convenio con AMSAT. Este le brindaba a la Universidad un paquete de ingeniería avanzada, que le economizaba tiempo pues no había que desarrollar la ingeniería básica, y que además contaba con algunas facilidades adicionales porque era un paquete abierto que se podía modificar y adaptar a las necesidades y posibilidades de la propia institución”, abunda Núñez.

El PUIDE

Para ese momento, la UNAM ya había dado pasos firmes en su carrera hacia el espacio. De hecho, el 28 de enero de 1990, bajo el rectorado de José Sarukhán, se instituyó el Programa Universitario de Investigación y Desarrollo Espacial (PUIDE), siendo su primer director el doctor Arcadio Poveda Ricalde.

Fue así como el PUIDE atendía “la necesidad de que México se integrara al desarrollo de tecnología espacial y a la formación de personal capaz de enfrentar los retos de esta rama tecnológica”.

En tanto, la página electrónica del Instituto de Astronomía (IA) recoge que el PUIDE tenía como subprogramas iniciales la investigación básica y aplicada; la ingeniería aeroespacial; la docencia y difusión; y la política espacial, relaciones internaciones y derecho ultraterrestre.

Posteriormente, el Programa se enfocó en el diseño de cohetes sonda para estudios atmosféricos; la construcción de un laboratorio de tecnología de microondas y de electrónica terrestre; la construcción de estaciones terrestres para telemetría; el proyecto Colibrí, el cual consistía en una red de microsatélites para telecomunicaciones y la medicina aeroespacial.

Asimismo, se previó la habilitación de un laboratorio de alto vacío y otro más de deposición de películas delgadas, así como un radiotelescopio para estudiar el medio interplanetario, como consigna la información del IA.

Un primer paso

Proyectos de esta envergadura requieren de una robusta red de colaboraciones. En este caso, fue crucial la aportación de la AMSAT, acrónimo de Radio Amateur Satellite Corporation, que facilitó el paquete de tecnología abierta referido anteriormente.

Otro aspecto decisivo es el del financiamiento. Así, luego de una serie de convenios, que incluyó el apoyo de algunas firmas en telecomunicaciones, la Universidad Nacional consolidó la ruta que desembocaría en el UNAMSAT, “un micro-satélite cúbico de 23 centímetros por cada lado con capacidades de comunicaciones digitales similares a un BBS (Bulletin Broadcasting Service)”, reportó un comunicado de aquellos años.

Adicionalmente, se buscaba medir la velocidad con que entran los meteoritos a la atmósfera terrestre.

A través del PUIDE, ya bajo la tutela de Gianfranco Bisiacchi Giraldi, el equipo se centró en el diseño y producción del UNAMSAT-1, un microsatélite que pesaba alrededor de 17 kilogramos.

En colaboración con el Instituto Lomonosov, de Rusia, se incluyó al UNAMSAT-1 en la misión que partiría de Plesetsk, el 28 de marzo de 1995. Sin embargo, una falla del cohete START-1, frustró la puesta en órbita del dispositivo. Pero ese contratiempo no iba a frenar los planes de la Universidad.

UNAMSAT-B

Tuvieron que pasar 18 meses de arduos trabajos para que la UNAM reanudara su participación en la carrera espacial. Fue a través del UNAMSAT-B, proyecto espejo de UNAMSAT-1, como se cristalizó la posibilidad de contar con un dispositivo en órbita.

Sobre esa iniciativa, el coordinador del Programa Espacial Universitario, José Francisco Valdés Galicia, destacó que el UNAMSAT-B, fue “el primer satélite que alguien en este país concibe, diseña, construye, prueba y lanza al espacio. En ese sentido es un ejemplo a seguir”.

El aparato poseía “una computadora con un microprocesador V 40deNEC, endurecido a la radiación; un banco de memoria protegida tipo EDAC de 256 Kbytes y un banco de memoria tipo SRAM de 2 Mbytes para datos. El consumo energético promedio de esta computadora trabajando a pleno era de un watt”, consignó en su momento Gaceta UNAM.

Como se puede apreciar, desde entonces se ha dado un salto enorme en cuanto a la tecnología desplegada en este tipo de aparatos. El UNAMSAT-B se mantuvo operando durante algunos meses, enviando datos de telemetría. Sin embargo, presentó fallas de carácter término y acabó por enmudecer.

A pesar de estos contratiempos, el proyecto UNAMSAT, lanzado hace un cuarto de siglo, colocó a la Universidad en ruta hacia otros planes relacionados con el espacio. Aunque el PUIDE fue cancelado, años más tarde se retomaron los esfuerzos institucionales que han cristalizado en otras iniciativas, como el Programa Espacial Universitario y, anteriormente, el Proyecto Universitario de Ciencias Espaciales y Planetarias.

La Universidad Nacional dio el gran salto hacia el espacio.

Publicaciones relacionadas

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba