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Magueyes de laboratorio

Durante siglos, el paisaje del Altiplano mexicano se ha moldeado por la presencia de miles de magueyes y agaves. Y cuando decimos moldeado, es porque esta planta ha jugado un papel crucial para evitar la erosión de los suelos, una vez que se implantaron la agricultura de temporal y la ganadería extensiva, sobre todo desde el periodo colonial hasta nuestros días.

Además, desde hace al menos siete mil años, estas plantas han alimentado y vestido a los grupos humanos que se han asentado en lo que ahora llamamos México.

En su momento, zonas como los llanos de Apan, en Hidalgo, o las planicies de Calpulalpan, Nanacamilpa y Tlaxco, en Tlaxcala, vieron extenderse a estas plantas, de las que se obtiene el pulque, una bebida sagrada entre los pueblos prehispánicos, y que durante siglos mitigó la sed de millones de personas. Con el maguey hubo una importante bonanza económica, materializada en las haciendas pulqueras de Hidalgo y Tlaxcala. Luego vino un notorio declive, cuando se popularizó el consumo de cerveza, emparejado con la construcción de varias leyendas negras contra el pulque, contra el que se emprendió una auténtica campaña de desprestigio.

Pero lejos de desaparecer, el maguey persiste.

 

Laboratorio singular

Montado en lo que alguna vez fue una de las más famosas fábricas de productos textiles de Tlaxcala, conocida como San Manuel, el Laboratorio Regional de Biodiversidad y Cultivo de Tejidos Vegetales, ayuda a mantener en pie al maguey.

_Ana_Laura_López_EscamillaEste centro de investigación forma parte de la Unidad de Tlaxcala del Instituto de Biología de la UNAM (IB). Una de las especialistas que trabaja aquí es la Dra. Ana Laura López Escamilla, quien detalla para El faro en línea los objetivos de este laboratorio de reciente creación.

El centro se origina a partir de un convenio entre el gobierno del estado de Tlaxcala y el IB, debido a que la administración local se encuentra muy interesada en que se impulse nuevamente la propagación del agave pulquero, nos explica la investigadora. La singularidad del laboratorio es que utiliza técnicas no convencionales de propagación, a partir del cultivo de tejidos vegetales. Este laboratorio está siendo fuertemente apoyado por el gobierno del estado y otra parte por el Instituto de Biología, recalca.

            “El objetivo es acercarnos a los productores, enseñarles, mostrarles que la forma que ellos lo propagan de manera vegetativa, de manera convencional, sí es una forma viable, pero existen otras, que son las que nosotros empleamos; lo que nos interesa es que puedan proporcionarnos materiales, principalmente semillas, porque las semillas son las que tienen la combinación genética y eso va a permitir que la especie pueda tener más adelante esta gama, estas oportunidades de poder tener su material genético, y que no sean nomás plantas propagadas de manera clonal o de manera vegetativa”, puntualiza López Escamilla.

 

Magueyes de laboratorio

La planta que se reproduce por hijuelos es copia de la planta madre. Los productores la separan y la van plantando, pero le quitan oportunidad a la planta de tener variabilidad genética.

Desafortunadamente, estas prácticas lo que han llevado es que estas plantas no lleguen a una etapa de floración y son capadas para ser raspadas y se extraiga el aguamiel para el proceso de la fermentación y así obtener el pulque.

Cuando no permiten que este agave genere el escapo floral, que es un quiote, que es donde están las flores, pues estas flores no se desarrollan cuando llegan a desarrollarse, lo primero que la gente hace es cortarlas para preparar algún alimento, entonces reduce las posibilidades de que haya polinizadores.

Los polinizadores de los agaves, muchos de ellos son murciélagos, algunas abejas, algunos coleópteros, pero al no haber estas flores, no hay polinizador, entonces hay un efecto contra otros organismos, que son importantes en la ecología de esta planta.

“¿Qué sucede? No hay polinizadores, no hay transferencia de polen, no se hace la fecundación y por ende no hay formación de semillas. Entonces, al carecerse de semillas no tenemos individuos con esta variabilidad. Lo que hemos hecho a nuestra llegada aquí a Tlaxcala es acercarnos a los productores, les dimos una serie de pláticas, trajimos a especialistas que han trabajado esta especie para que les fueran dando pláticas, para que fueran conociendo esta parte. Hay muchos de ellos que incluso no conocían las semillas, ni sabían que los murciélagos eran los polinizadores”, asienta.

Todo esto ha servido para que cambien su forma de pensar, algunos de ellos ya han dejado “saltar” el maguey”, eso quiere decir que no capan, sino que dejan que se forme el quiote, y lo están cuidando. Solo que se encuentran con el gran problema de que la gente que no conoce esto va y corta el quite para comerse las flores.

“Todavía falta educar mucho a la gente para que podamos que los productores puedan dejar un porcentaje de sus plantas florecer, tener semillas, y otro porcentaje que lo tenga para hacer producción de pulque. Hemos tenido la fortuna de que hay un grupo muy interesante de productores, que también el gobierno del estado, a través de la Secretaría de Fomento Agropecuario, se han coordinado y tratan, son de los primeros con los que tuvimos contacto y han cambiado su forma de pensar. Hemos realizado algunos eventos con ellos. Ya nos han donado semillas, han dejado saltar algunos magueyes, algunos han venido al laboratorio, algunos se han animado a conocer la técnica y eso también les hace cambiar su forma de pensar. Había muchos que ni siquiera conocían la semilla, aprendieron la técnica, sembraron sus semillas, y cuando comenzaron a germinar fue muy bonito cuando uno de ellos vio la semilla que estaba germinando, agarró el frasco, se lo llevó al pecho y dijo “Qué bonito. Nunca había visto cómo germinaba un agave”. Eso nos sirve a nosotros porque van transmitiendo esta inquietud, este conocimiento a otros productores”, apunta.

 

Preservación

Hace dos años hicimos el primer simposio biocultural del agave, donde ya se hicieron pláticas, se invitó a estudiantes, vino gente del Edomex, de Puebla, de otras localidades cercanas, y se hizo una pequeña muestra, entre gastronómica y artesanal, de los productores de Nanacamilpa. Trajeron sus productos. La FES Zaragoza hizo el favor de albergarnos para hacer este evento. Y en un espacio abierto, junto con el gobierno del estado, que también nos apoyó, se hizo esta muestra gastronómica, hubo venta de bebidas no alcohólicas, todos los productos que se pueden elaborar con el maguey, artesanías, se vendió el calendario en esa ocasión. Fue muy bonita la interacción de la maestra Elvia Esparza y del doctor Abisaí Mendoza, que es el especialista en agaves. Tuvimos contacto con ellos y a través de nosotros los contactamos con la gente de Nanacamilpa y nos ayudaron a buscar un agave, este agave precioso que está en el caldendario, y la maestra Elvia puso todo el trabajo de ilustración, y la gente de Nancamilpa quedó muy contenta y agradecida.

El calendario es de lo que ha tenido mucho éxito. Ha sido vendido; aún así, aunque ya pasó el año, nos siguen pidiendo el calendario, y ha habido un contacto con los productores y nuestra labor aquí es enseñarles estas técnicas, que nos den material, que nosotros podamos crecer, si ellos quieren venir a aprender la técnica, son bienvenidos. Para eso está el laboratorio. Ya que tengamos estas plantas, que tengan un tamaño adecuado, que sean suficientemente robustas, se les va a devolver a ellos, para que ya en el campo las vayan cuidando.

El proyecto busca el mejoramiento genético de la especie o su preservaicón

Su conservación. Lo que queremos es que estas plantas no sean netamente clones, sino que provengan de semilla. La semilla, cada semilla es un individuo diferente. Si este individuo diferente.

Si este individuo diferente se propaga por estas técnicas, por lo que cuenta con clones,

“pero estos clones son diferentes de estos, y genéticamente son diferentes, a diferencia de que ellos, que tienen esta planta, alrededor de ella crecen estos hijuelos, los individualizan y los separan para sembrarlos, provienen de la misma planta”, externa.

Si los productores quieren conservar la característica de que a lo mejor esa planta les dio un aguamiel muy bueno, y quieren mantener esa característica, sí se puede conservar, pero también se debe considerar que debe de haber variabilidad. Lo estamos viendo. Hay cambios muy drásticos de temperatura, lluvias, humedad, y si las plantas no tienen esta baraja para poder jugar, puede que se pierda una población completa, porque todos son clones, todas son copias, alguna podrá sobrevivir si tiene esta combinación y podremos tener material para seguir.

“Ha sido muy interesante, porque los productores nos han apoyado mucho, ha habido una buena respuesta. Al principio fue un poquito difícil, como todo, pero ahora están interesados. Vienen aquí, nos conocen, nos han traído material, podemos interaccionar con ellos de una forma bastante sana y agradable, en el sentido de que no nos ven con malos ojos, sino que sí están interesados en aprender. De hecho tenemos contemplado hacer cursos para que ellos aprendan estas técnicas. A lo mejor no lo pueden implementar en su localidad, pero quién sabe, se organizan, son muy organizados y deciden montar un laboratorio muy sencillo y propagar sus plantas”, apunta.

Yassir Zárate Méndez

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